jueves, 28 de octubre de 2010

Zapatos salseros

Tenía que suceder. Cuando el busero en un ataque de espontaneidad cambió la emisora y sonó una salsa clásica, la pareja, separada por el pasillo, se encontró. Los demás pasajeros habíamos pagado boleta de 1400 y esperábamos ansiosos, la mayoría en la parte de atrás del bus. Fue el disco el lugar común donde el zapato derecho y la chancla izquierda, sin necesidad de hablarse se movieron a la par, evitaron el tedio y se coquetearon uno al otro. Ella se bajó primero y él no aguantó la depresión, en medio de una canción de Lavoe, cuadras después, tocó el timbre y se bajó con la mirada pegada al piso.

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